La administración Trump ha emitido una amplia orden ejecutiva centrada en establecer y mantener el liderazgo estadounidense en el espacio, dando prioridad tanto a la exploración como a la defensa. Firmada el 18 de diciembre, la directiva, titulada “Garantizar la superioridad espacial estadounidense”, describe objetivos ambiciosos para la presencia lunar, el despliegue de energía nuclear y el fortalecimiento de la seguridad nacional en órbita.
Regreso a la Luna y establecimiento de una base lunar
La orden exige el regreso de los astronautas a la Luna para 2028, y la construcción de una base lunar permanente comenzará para 2030. Este no es un cambio repentino de estrategia; El programa Artemis de la NASA ya apunta a misiones lunares tripuladas para 2028 e instalaciones en superficie a largo plazo. La directiva simplemente refuerza estos objetivos con respaldo ejecutivo, solidificando un compromiso con una presencia estadounidense sostenida más allá de la Tierra. La Luna es vista como un escenario para futuras exploraciones, en particular Marte.
Energía nuclear en el espacio: una prioridad clave
Un aspecto particularmente notable de la orden es su énfasis en el despliegue de reactores nucleares en la órbita terrestre y en la superficie lunar. El plan exige el despliegue de una instalación nuclear lista para su lanzamiento hacia la Luna para 2030. Esta decisión refleja la creciente necesidad de fuentes de energía confiables y de alta capacidad en el espacio, particularmente para misiones de larga duración y posibles operaciones industriales lunares. La fisión nuclear se considera la solución más viable para tales demandas de energía, evitando las limitaciones de la energía solar o química.
Defensa espacial y escudo antimisiles
La directiva también prioriza el fortalecimiento de las capacidades defensivas de Estados Unidos en el espacio. Pide el desarrollo y prueba de “tecnologías de defensa antimisiles de próxima generación” para 2028, basándose en iniciativas anteriores como la Orden Ejecutiva 14186 (la “Cúpula de Hierro para Estados Unidos”). Esto subraya la creciente militarización del espacio, impulsada por preocupaciones sobre posibles amenazas a los activos estadounidenses en órbita. La administración ha enmarcado esta visión como una “Cúpula Dorada” para la defensa nacional, sugiriendo una sólida capacidad antimisiles en el espacio.
Expansión económica y participación del sector privado
La orden tiene como objetivo atraer al menos 50 mil millones de dólares en inversiones adicionales a los mercados espaciales estadounidenses para 2028, capitalizando el rápido crecimiento del sector espacial comercial. La directiva también exige aumentar la cadencia de lanzamiento, aprovechando la productividad de empresas como SpaceX. Además, refuerza el plan para establecer puestos avanzados privados en la órbita terrestre antes de que la Estación Espacial Internacional sea desmantelada en 2030, fomentando una economía espacial más independiente y comercialmente impulsada.
Implementación y rendición de cuentas
Para garantizar una implementación rápida, la orden ordena a la NASA que presente un plan dentro de 90 días que detalla cómo logrará los objetivos descritos. Al mismo tiempo, el administrador de la NASA, Jared Isaacman (junto con el Secretario de Comercio), debe identificar los programas de adquisiciones de bajo rendimiento que están por encima del presupuesto o retrasados, lo que exige esfuerzos de mitigación inmediatos. Esto demuestra un impulso por una mayor eficiencia y responsabilidad dentro del programa espacial.
La orden ejecutiva solidifica el compromiso de la administración Trump con el dominio espacial como un imperativo económico y de seguridad nacional, estableciendo un cronograma agresivo para la presencia lunar, el despliegue de energía nuclear y las capacidades defensivas. La medida subraya una tendencia más amplia hacia una mayor militarización y comercialización del espacio, posicionando a Estados Unidos para competir eficazmente en la cambiante era espacial.





















