Hongo de Chernobyl: cómo la radiación puede ser una fuente de alimento

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Casi cuatro décadas después del desastre de Chernobyl, la zona de exclusión sigue siendo un crudo recordatorio de la lluvia nuclear. Sin embargo, en medio de la devastación, la vida persiste y algunos organismos parecen prosperar en las condiciones más improbables. Un ejemplo es el hongo Cladosporium sphaerospermum, que se adhiere a las paredes de las estructuras más radiactivas de la zona. Esta especie exhibe una extraordinaria resistencia a la radiación ionizante, lo que lleva a los científicos a plantear la hipótesis de que en realidad puede utilizar la radiación como fuente de energía.

El misterio de la radiosíntesis

El concepto, denominado “radiosíntesis”, sugiere que el hongo aprovecha la radiación de una manera similar a la fotosíntesis. Los científicos creen que su pigmento oscuro de melanina podría ser clave: absorber la radiación ionizante y convertirla en energía utilizable. Sin embargo, demostrar esto sigue siendo un desafío.

A pesar de los experimentos que muestran la resiliencia del hongo e incluso un mayor crecimiento bajo radiación, no hay evidencia concreta que confirme la existencia de un proceso de fijación de carbono impulsado por la radiación. El hongo sobrevive, pero aún se desconoce cómo.

La vida oscura de Chernobyl

El descubrimiento de estos hongos resistentes se remonta a finales de la década de 1990, cuando los investigadores encontraron una sorprendente diversidad de especies de hongos que prosperaban dentro del refugio del reactor. Estos organismos, predominantemente de color oscuro debido a la melanina, a menudo estaban muy contaminados con materiales radiactivos.

Estudios adicionales revelaron que la exposición a la radiación ionizante no daña a C. esferospermo ; en cambio, parece estimular el crecimiento. Esta observación desencadenó la hipótesis de la radiosíntesis, aunque la prueba definitiva sigue siendo difícil de alcanzar.

Más allá de la Tierra: pruebas espaciales

Para probar las cualidades protectoras del hongo, los científicos expusieron C. sphaerospermum a la radiación cósmica a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) en 2022. Los resultados mostraron que el hongo protegía eficazmente contra parte de la radiación, lo que sugiere una posible aplicación para futuras misiones espaciales.

Sin embargo, este experimento no demostró la radiosíntesis; simplemente demostró la capacidad protectora del hongo. El mecanismo subyacente sigue siendo un misterio.

No todos los hongos son creados iguales

C. sphaerospermum no está solo en su resiliencia. Otros hongos melanizados, como Wangiella dermatitidis, también muestran un mayor crecimiento bajo radiación. Sin embargo, algunas especies, como Cladosporium cladosporioides, exhiben una mayor producción de melanina sin el correspondiente impulso de crecimiento. Esto sugiere que la resistencia a la radiación no es un rasgo universal entre los hongos melanizados, lo que indica una adaptación única en C. sphaerospermum.

El propósito exacto de esta adaptación aún no está claro. ¿Es un medio de supervivencia en condiciones extremas o el hongo en realidad extrae energía de la radiación? La respuesta sigue siendo una incógnita.

El hongo de Chernobyl presenta un fascinante enigma en la biología evolutiva. Ya sea aprovechando la radiación para obtener energía o simplemente soportándola, el organismo resalta la increíble capacidad de la vida para adaptarse incluso a los entornos más hostiles.