El futuro de la ISS está en duda mientras las capacidades de lanzamiento de Rusia sufren daños

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Los recientes daños en la principal instalación de lanzamiento de vuelos espaciales tripulados de Rusia amenazan el futuro de la Estación Espacial Internacional (ISS). Una estructura de soporte crítica en el cosmódromo de Baikonur, el único sitio capaz de lanzar misiones tripuladas, se derrumbó, lo que podría inutilizar la plataforma por hasta dos años. Esto deja a la NASA frente a una elección difícil: asumir mayores costos y responsabilidad para mantener operativa la ISS, o arriesgarse a su desaparición.

El incidente ocurrió después de que una nave espacial Soyuz se acoplara con éxito a la ISS el 27 de noviembre. La inspección posterior al lanzamiento reveló una estructura de soporte de varios niveles colapsada, dañando la propia plataforma de lanzamiento. Roscosmos afirma que las reparaciones se realizarán “en un futuro próximo”, pero expertos independientes estiman retrasos de hasta dos años.

Por qué esto es importante: La plataforma de lanzamiento 6 de Baikonur es única. Las otras instalaciones rusas (Plesetsk y Vostochny) no son adecuadas para misiones tripuladas a la ISS debido a limitaciones orbitales o falta de infraestructura. Esto crea un único punto de falla para un proyecto que ya está llegando a su fin.

Inicialmente estaba previsto que la ISS fuera desmantelada en 2020, pero las extensiones la han mantenido en el aire. Los planes actuales exigen una desorbitación controlada para 2030, que culminará en una intensa ruptura atmosférica en 2031. Sin el apoyo ruso, la NASA tendría que aumentar significativamente la financiación o permitir que la ISS se deteriorara rápidamente.

Sin embargo, Estados Unidos tiene incentivos estratégicos para mantener la ISS en funcionamiento. Sin reemplazos inmediatos (faltan años para estaciones comerciales o bases lunares), detener las operaciones de la ISS dejaría a Estados Unidos y Europa sin instalaciones de investigación orbital mientras la estación espacial de China prospera.

“No tendría buena pinta”, afirma el experto espacial Davide Amato. “Y definitivamente hay toneladas de investigaciones increíbles que son posibles gracias a esa plataforma, por lo que sería una gran pérdida”.

La ISS fue diseñada para requerir cooperación internacional: el segmento de Rusia proporciona mantenimiento orbital crítico, mientras que el segmento de EE.UU. suministra energía. Ninguno de los dos puede operar de forma independiente. Las tensiones entre Rusia y Occidente, particularmente desde 2014, han complicado esta interdependencia.

Si Rusia se retira por completo, la NASA tendría que asumir la responsabilidad del propulsor, los suministros y, potencialmente, el propio segmento orbital ruso. Las restricciones presupuestarias ya plantean un desafío. Roscosmos aún no ha comentado la magnitud de los daños y la ESA/CSA no ha respondido a las consultas.

El portavoz de la NASA, Jimi Russell, confirmó la coordinación actual con Roscosmos, pero se negó a discutir planes de contingencia. La cápsula Dragon de SpaceX ofrece una solución de lanzamiento alternativa, que podría revertir la dependencia de Estados Unidos de Rusia que existía después del retiro del transbordador espacial.

Aunque logísticamente compleja, la NASA podría trasladar las operaciones de lanzamiento a SpaceX. El mayor problema sería mantener el segmento orbital ruso, que requiere entrenamiento especializado que sólo poseen actualmente los cosmonautas de Roscosmos.

En última instancia, la situación obliga a tomar una decisión: invertir para preservar la ISS o permitir que decaiga. Las implicaciones geopolíticas y las pérdidas científicas pesan mucho en el resultado.